Fue Mikhail Botvinnik el que una vez dijo:
”A mi juicio el proceso de juego se basa en el cambio generalizado, cuyo objeto es alcanzar una ventaja relativa, bien en valores materiales o bien en valores posicionales. No hay ni puede haber otro objetivo que no sea ese. A fin de cuentas en el ajedrez el cambio generalizado debe llevar a obtener un valor infinito, el jaque mate”.
La idea del cambio en ajedrez es amplia y algo abstracta. Parece, no obstante, un principio directivo de la partida que desde luego nos rememora el objetivo del juego. A pesar de ello, creo que una cosa destaca de entre todas las indicadas por Botvinnik, y es que cualquier concepto típicamente ajedrecístico -táctico o estratégico- queda subordinado a este principio fundamental.
Este primer análisis resulta adecuado si lo que queremos es encontrar un algoritmo que nos sirva para desarrollar un programa de ajedrez. De hecho, para la mayoría de los jugadores, el ajedrez desde un punto de vista pragmático consiste en que, partiendo de una situación posicional y material igualada, se consiga romper ese equilibrio inicial a nuestro favor, tanto posicional como materialmente. Para conseguirlo se lucha por la iniciativa, por el espacio, por el centro, y por dar más valor a nuestras piezas en detrimento de las del contrario. Y durante todo este proceso, utilizamos el cambio para irlo consiguiendo.
La habilidad para realizar cambios determina claramente la habilidad del ajedrecista y el nivel de su juego frente al tablero. Simplificando de manera un tanto excesiva y dejando de un lado todos los conocimientos técnicos que nos permiten saber cómo se gana una posición ganada, un aficionado lo es por su manera de efectuar los cambios, y un gran maestro lo es por exactamente lo mismo.
Una manera bastante funcional de empezar a aprender ajedrez es conocer que una partida pasa por diversas fases: apertura, medio juego y final. Conocida esta estructura se puede señalar, sin ningún género de dudas, que en cada una de ellas se producen cambios y que los principios que los provocan son totalmente distintos.
Así, los cambios en la apertura son los más complicados y menos conocidos, por mucho que éstos se razonen siempre encontraremos algún argumento en contra, yo siempre he dicho que en la apertura no sabemos realmente lo que está pasando. En el medio juego lo que determina el valor del cambio es más fácilmente perceptible, pues se basa en un proceso de análisis más común y conocido. Y en el final, los cambios, gracias al reducido número de piezas que quedan sobre el tablero y a tener como referencia la posición final a la que se quiere llegar, se convierte en algo casi puramente técnico.
Empecemos a analizar los cambios según la fase de la partida de ajedrez en la que nos encontremos.
Cambios en la apertura
Durante la apertura, momento en el cual se movilizan las piezas y los contendientes luchan por el espacio y el centro, se produce lo que Nimzowitsch nombró como combinaciones de tiempo, es decir, cambios realizados para ganar tiempo. Esto es lo que ocurre en todos los gambitos y también cuando una pieza que no hemos movido demasiado se cambia por otra que el contrincante ha movido varias veces.
Este proceso de combinaciones de tiempo resulta bastante sutil cuando definimos un plan de juego en nuestra mente y el contrario nos obliga a cambiar de plan. Finalmente lo que se produce es una guerra de planes en la que se debe cambiar lo que resulta accesorio siempre que terminemos ganando tiempos.
Otro cambio bastante típico en las aperturas es el que se realiza con el objetivo de ganar espacio u ocupar el centro. La idea es cambiar una pieza del contrario que no nos deja acceder a alguna casilla o zona del tablero.
Cambios en la transición al medio juego
A continuación estudiaremos un ejemplo de cambio en la apertura con el que se consigue pasar a un medio juego favorable a nuestros intereses.
En la posición del diagrama las negras están planteando un ataque frontal a la posición del rey blanco, esto les ha costado tener que realizar notables concesiones en lo que se refiere a dominar el centro. De manera que si las blancas juegan ahora 1.Ah6!, provocan el cambio del alfil enemigo y se quedan con el dominio total del centro, 1…Axh6 [si 1…Tad8 2.Axg7 Rxg7 3.g4 y son las blancas las que atacan en posición dominante] 2.Dxh6 b5, las negras continúan con su ataque [si deciden proteger el peón con 2…Tfd8 las blancas continúan con 3.Df4 Ch5 4.Dg5 b5 5.g4, las blancas contraatacan aprovechando su dominio del centro, 5…b4 6.Cd5 Axd5 7.exd5 Cg7 8.h4 y el dominio blanco es evidente], 3.Txd6 Tad8 4.Txd8 Txd8 5.Axb5 Tb8 6.Df4 Tb6 7.Td1 Axa2+ 8.Cxa2 Dxb5 9.De5 y las blancas mantienen su peón de ventaja quedando en superioridad.
Cambios en el medio juego
Durante esta fase es posible distinguir entre cambios tácticos y cambios posicionales. A continuación veremos un ejemplo del primero.
La partida transcurrió como sigue: 1.Cbxd6! Ae2 [si 1…Cxd6 2.Dxa6 Txa6 3.b5 Tb6 (3…Cxb5 4.Ab4+ Rg8 5.Tc8 +-; 3…Ta8 4.Cxd6 +-) 4.Ab4 Ae7 5.Axd6 y la amenaza 6.Tc8+ decide] 2.b5! Dxd6 3.Dxe2 Da3 [si 3…Df6 4.Ab4+ Rg8 5.Dg4+-] 4.Tc4 y las negras se rindieron ante la doble amenaza 5.Ac1 y 5.Ac4.
Cambios en el final
La siguiente posición corresponde a una partida jugada por Fischer conduciendo las piezas negras. A través de los cambios llegó a un final mucho más sencillo y totalmente ganado.
Veamos como se impuso Fischer.
1…Txc3! 2.bxc3 Txe5+ 3.Rd2 Txe1 4.Rxe1 Rd5 con idea de Rc4 y pasar un peón alejado en el flanco de dama. La ventaja negra es decisiva.
Para terminar os emplazo a que resolváis y contestéis la pregunta que hay debajo del primer diagrama que aparece en este artículo... es un problema relativamente sencillo. Todo el que quiera que publique la solución en los comentarios.
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