Cuento de E. Iavitch
Al terminar una larga jornada de verano nos encontrábamos reunidos alrededor del barón de Münchhausen. Esa noche se encontraba más animado de lo habitual. Todos nos sentíamos particularmente extasiados por las fantásticas historias que solía contar, todas ellas relatos realmente brillantes y de gran ingenio. Después de hablar sobre algunas historias de caza y pesca, la conversación derivó hacia el juego que nos tenía a todos cautivados, el ajedrez. Llegado este punto uno de los contertulios preguntó:
- Decid, barón, ¿os han derrotado alguna vez jugando al ajedrez?
La mirada de nuestro anfitrión se nubló de forma ligera pero perceptible, volviendo a continuación a su normal serenidad.
- ¡Ah!, queridos amigos, solo una vez en la vida perdí una partida de ajedrez y jamás lo podré olvidar. Seguro que ninguno de vosotros ignora que sentado delante del tablero me he enfrentado con los ajedrecistas más fuertes del mundo. Lo cierto es que pocos podían resistirse a mi audaz y brillante juego, no obstante una vez…
Y aquí empieza la interesante historia que nos relató en barón de Münchhausen:
- Pasó hace ya mucho tiempo. Yo era bastante joven en aquella época y frecuentaba el famoso Café de la Régence, que todavía conservaba el encanto de los tiempos de Labourdonnais y Deschapelles. No tarde mucho en que la brillantez de mi juego y, sobre todo, la de mi infatigable verborrea, me hicieran prácticamente invencible frente al tablero.
Un día, mientras observaba una partida y argumentaba en voz alta las ventajas y desventajas de los movimientos realizados, noté la presencia de un desconocido que seguía con gran interés la partida sin decir nada. Parecía no hacer demasiado caso de mis mordaces comentarios y esta actitud me irritó por lo que decidí darle una lección.
- Señor -le dije-, ¿deseáis jugar una partida de ajedrez conmigo? Ni por asomo penséis en rehusar el reto, disputaréis una partida conmigo de buen o mal grado... y ahora mismo. Aquí tenemos un tablero.
Nuestro amigo me miró con aire aterrado y se sentó de forma dócil en su silla. Yo conducía las piezas blancas y la partida, que comencé con gran pujanza, fue está:
1.e4 d5 2.e5 d4 3.c3 f6 4.exf6 dxc3 5.fxe7 cxd2+ 6.Axd2 Axe7 7.Cf3 Cc6 8.Cc3 Cf6 9.Ce2 Cd7 10.Cfd4 Cce5, llegado este punto pensé que iba a ganar la dama y jugué 11.Ce6, pero con sorpresa vi que mi contrario respondía 11…Cd3++, advirtiendo tristemente que mi rey se encontraba en posición de mate.
- Una partida no prueba absolutamente nada –le espeté-. Juguemos de nuevo. Espero que me permita seguir jugando con blancas ya que ha conseguido ganarme.
Y así empezó la siguiente partida:
1.e4 d5 2.d3 e6 3.Cf3 Cc6 4.Ag5 Ab4+ 5.Re2, dando comienzo a un plan estratégico de muy largo plazo, 5...Dd7 6.Cc3 Cf6 7.a3 h6 8.Ah4 Aa5 9.e5 d4 10.Ca4 Ch5 11.Cc5 Cf4++… ¡Horror!, de nuevo me apercibí con gran estupor de que mi contrincante había dado mate a mi rey.
Después de estos dos percances me encontraba profundamente enfadado. Los mirones que se disponían entorno a nuestra mesa se agolpaban en gran número. Sabiendo de mi fracaso todo el mundo había abandonado sus partidas para comprobar como un desconocido me hacía morder el polvo una vez tras otra.
Me mordí la lengua y solicité la revancha de la revancha… claro, de nuevo con blancas. Y he aquí el desarrollo de la tercera partida:
1.e4 d5 2.d4 e5 3.c4 f5 4.f4 c5, con idea de evitar complicaciones decidí jugar la Variante de los Largos Cambios, que un tiempo después pasaría a llamarse Variante Münchhausen, 5.exf5 dxc4 6.dxc5 exf4 7.Axf4 Axc5 8.Axc4 Axf5 9.Axb8 Axg1 10.Axg8 Axb1 11.Txb1 Txg8 12.Txg1 Txb8, en este punto me detuve a reflexionar durante largo tiempo y, con la idea de simplificar todavía más la posición, tomé la decisión de cambiar las damas jugando 13.Dxd8+.
En este punto, para sorpresa y asombro de todos, mi contrincante, sin dar signo de confusión alguna, cogió mi rey y jugó 13…Rxe1…
- ¿Estáis bromeando? -dije con nerviosismo-. Esto es una partida seria, volved a dejar mi rey en su casilla de origen.
- Y usted, ¿por qué ha realizado exactamente el mismo movimiento? -pregunto con ingenuidad-.
- ¡Esa es una pregunta ridícula! ¿No sabéis distinguir una dama de un rey?
- Sinceramente no -respondió con frialdad-, no conozco demasiado bien el juego del ajedrez; tenía intención de decíroslo al empezar a jugar, pero no me disteis opción alguna. Simplemente me he limitado a imitar sus jugadas.
Esta imprevista declaración fue continuada por una enorme carcajada general. Todo el mundo se reía a mandíbula batiente. Nunca me había encontrado en una situación tan bochornosa. Mi prestigio como ajedrecista estaba al borde del abismo.
- ¡Es realmente extraordinario! -dije casi gritando para que el ruido cesase y todos prestasen atención-. Una persona que casi no sabe ni mover las piezas consigue batir a un jugador experimentado y de gran fuerza… Estoy convencido de que una cosa tan extraordinaria solo le podía pasar a un hombre tan extraordinario como yo, ¡el barón de Münchhausen!
Después de estas palabras decidí irme. Al menos había conseguido salvar mi honor, pero pasó mucho tiempo hasta que decidí volver a tocar una pieza de ajedrez y jugar una partida.
Nota: este cuento lo tenía fotocopiado entre unas notas mías sobre ajedrez. No sé de qué libro está extraído y aunque he encontrado referencias al mismo en Internet, en ningún sitio lo he encontrado en toda su extensión, por eso he decidido publicarlo esperando que sea del agrado de los lectores de este blog.
Tampoco creo que este barón de Münchhausen y el de "Las aventuras del barón Münchhausen" tengan nada que ver, desde luego el autor de este libro y el de este cuento -del que tampoco he encontrado referencia alguna- no son la misma persona.
8 comentarios:
Llegué a tu nota buscando una versión en español de este libro:
http://www.amazon.com/gp/product/1936277328/ref=as_li_tf_tl?ie=UTF8&camp=1789&creative=9325&creativeASIN=1936277328&linkCode=as2&tag=wwwthechesswo-20
La autora es Amatzia Avni.
Supongo que será de ahí el extracto que has publicado.
Ismael
Si no estoy equivocado diría que Amatzia Avni es varón, excelente jugador de partida viva y no menos excelente compositor de finales artísticos. No sé si nació en Israel, pero sí que vive allí. Debe tener alrededor de sesenta años. Parece ser que ha editado diversos libros sobre ajedrez.
Gracias turkitos pero no creo que sea así ya que el libro que mencionas The Amazing Chess Adventures of Baron Munchausen fue editado en 2011 mientras que mis notas son bastante más antiguas.
Felicidades por el relato y por el blog.
Una versión de este mismo relato se publicó en las páginas 78-79 del número 60, correspondiente a julio de 1976, de la revista Ajedrez 6000, continuadora de Ajedrez Canario.
Según se indica al pie del artículo, la traducción es de L.Eceizabarrena a partir del original de E.Yavich publicado en la revista "64".
Las dos traducciones coinciden en lo fundamental pero lógicamente difieren mucho en cuestiones de estilo e incluso la traslación del nombre del autor a nuestro alfabeto es distinta.
Esta historia aparece en el libro "Ajedrez Brillante" de Máximo Borrell, editorial Bruguera, 1975
Luis Pérez
Interesante juego, los invito que visiten mi blog: http://elgatoajedrez.blogspot.mx/ todo en power point ajedrez-interactivo, acepto criticas y aportaciones.
Muy bueno gracias
El señor Luis Perez Tiene razòn, yo tengo ese libro de ajedrez del Autor Maximo Burrell, añ0 1975 fue uno de los primeros libros de ajedrez que poseo, si mal no recuerdo el contenido del libro es muy amplio y abarca temas, como: ajedrez y cientificos, Ajedrez y poetas, ajedrez y matematicos, chistes ajedrecisticos, y muchas otras curiosidades.
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